sábado, 30 de marzo de 2013

La vida a veces, Carlos Del Amor (unas mandarinas diferentes).

La vida, a veces, tiene el color de un cielo azul claro, azul vida; a veces, huele a pan recién tostado con leche hirviendo. A veces tiene marcos con fotografías viejas, y a veces esconde puzzles incompletos, a falta de una pieza. A veces, son aquellas notas en un violín en la Calle Alcalá, 13. A veces, robar besos antes de que parta el último tren de tu vida, o hacer, del número de los andenes de Atocha, vuestra combinación favorita. A veces, una dedicatoria en un concierto de un grupo increíble a esa persona que esa noche dormía eternamente sobre mármol. A veces, son las lágrimas que te desbordan en un autobús de ida a una ciudad extraña mientras lees "La carta", de tu libro. La alegría del momento de firmar tu primer contrato laboral. Una caricia acompañado de las palabras más dulces susurradas en el cuello, mientras retiras el pelo detrás de la oreja, jurando que ése momento será único. A veces la vida son gemidos en camas de 90, y a veces ruegos por "un ratito más". Desayunos en hoteles de tu ciudad, y noches de espera antes de los mejores conciertos de tu vida. A veces, son kilómetros de asfalto por un abrazo, o paralizar la comida para realizar una foto a unas mandarinas. Y a veces, la ilusión de soplar las velas el día de tu cumpleaños (ya me contó Albert Espinosa la importancia de soplar una vez...).  A veces, la vida, no es más que ese agua salada que brota de tus ojos con alguna película preciosa, pero puesta en un momento inoportuno, o con alguna pieza del telediario, dónde, al escuchar su voz, se hace el silencio en casa (en realidad, se ha colado en la nuestra hace unos años).

La vida, a veces, es la sonrisa de tu mejor amiga al verte después de días, la última frase de tu alumno de 5 años (que jura que te echará mucho de menos), la súplica de aquella canción para que no dejara de sonar, un aplauso en la mejor obra de teatro jamás escrita, tu vida.



DmN.

lunes, 25 de marzo de 2013

Escalofrío.

Y yo me iba a poner a escribir sobre lo desconocido. No tengo derecho, así que no lo haré.
Pero tu sonrisa, tus canciones, el brillo de tus ojos, algún que otro lunar de tu espalda y tu corazón, están con él. De eso si que estoy segura.
Y de que fue un gran hombre, que tú, tu tienes la fuerza necesaria para echarle cojones a la vida y salir, y están en ti, te las enseñó él de pequeño, solo que ahora no quieren salir, o más que no quieren, no deben.
Alguien me enseñó que hay momentos para todo. También para rendir homenaje, para llorar, para echar de menos. Pero que, un día, sin más, todo ese dolor y esa rabia en consecuencia de que no va a haber momentos nuevos con él, todo eso se convierte en una tristeza eterna, pero que ya no duele tanto.
Hace casi dos años, una estrella brilla mucho mas fuerte en ese lugar donde, como tu bien dices, las personas se hacen eternas. Me consuela saber que allí va a estar él para esperarnos a todos los que vayamos detrás.
Y aunque puede sonar típico, y no por ello menos cierto, que te quiero, que te mereces sonreir, y que todas las lágrimas que el nunca quiso ver en tu cara, ni aún hoy, hagan de este momento, algo menos duro.
Tu amiga, que llora tu duelo desde hace dos días, que te aprecia.
Sara.